Por Alessandro Bazzoni
A día 1 de enero de 2023, el número de españoles residentes fuera de nuestras fronteras se acercaba a los 2.800.000 millones. Una cifra que ha supuesto un crecimiento con respecto al año anterior y que habla mucho de la intención de muchos profesionales de buscar suerte fuera en busca de oportunidades laborales con mejores condiciones que en la España actual.
Sin embargo, irse fuera supone todo un reto en trámites, papeles y legalización de documentos.
Mediante la apostilla y legalización lo que se busca es otorgar validez a un documento público, comprobando su autenticidad, con lo que también quienes llegan a nuestro país son capaces de demostrar títulos académicos, documentos notariales como los matrimonios civiles o incluso los contratos inmobiliarios o, incluso, documentos judiciales que puedan ser de relevancia a la hora de actuar en otro país.
Tal como explican desde Gestoría Álvarez, “el año pasado tramitamos la Legalización y Apostilla, 220 documentos. Además, gestionamos 90 expedientes de nacionalidad, y hasta 130 más repartidos en expedientes de extranjería, arraigos, social, familiar, laboral, comunitarios”.
Hay que tener en cuenta que, según los datos del propio gobierno, el año pasado llegaron a España 31.219 migrantes legales que necesitaron este tipo de servicios. Con ellos, se llega a la cifra de 479.000 migrantes en nuestro país con los papeles en regla.
“Por suerte, hoy en día podemos proponer servicios que permiten la presentación de expedientes vía telemática, con certificado digital profesional, sin citas, ni colas. Esto, aparte de ahorrarles tiempo a nuestros clientes, está siendo clave a la hora de agilizar al máximo la tramitación de sus expedientes, sobre todo, de forma correcta y en una primera gestión.
Es clave que todo se realice de forma correcta desde el primer momento, dejando claro que también es cierto que el tiempo, de media, que se tarda por ejemplo en conseguir los permisos de residencia cuando la entrada ha sido irregular supera los 7.5 años tal como explicó el propio Ministro.
Por Alessandro Bazzoni