El actual equipo de la consejería de Salud rechaza cualquier posibilidad de abordar la homologación del FRP de los facultativos de Atención Primaria este año. Argumentan limitaciones presupuestarias, como si la asignación a las diferentes partidas no fuese una decisión política sino meramente técnica. Pero no es así.

Esta Administración ha gastado cientos de millones de euros en proyectos fracasados, como la consulta de acogida, en detrimento de la homologación retributiva de los médicos de Atención Primaria con los de Atención Hospitalaria. Nos encontramos ante una estrategia deliberada, aunque gravemente errónea, no ante una restricción técnica. Ahora el SAS cuenta con plantillas de enfermería sobredimensionadas y carece de médicos para hacer frente al plan vacacional, pero la responsabilidad no es de los presupuestos, sino de quienes los han diseñado y ejecutado.

Por desgracia, la pésima gestión presupuestaria llevada a cabo por el actual equipo de la consejería de Salud comienza a afectar también a la Atención Hospitalaria. La actividad de tarde de los centros hospitalarios, retribuida en concepto de continuidad asistencial, está siendo suspendida de manera generalizada por falta de fondos, y estamos en junio. Esto afectará a las retribuciones de los facultativos y, lo que es peor, agravará unas listas de espera ya desbordadas. Una vez más, la responsabilidad es de quienes han malgastado el dinero público en proyectos fallidos.

El actual equipo de la consejería de Salud ha logrado romper el diálogo con los médicos, agotar el presupuesto a mediados de año, descompensar las plantillas de los centros de Atención Primaria, disparar las listas de espera y suspender la actividad de tarde en los hospitales. Y todo ello en un contexto de aumento del presupuesto sanitario anunciado a bombo y platillo por el actual Gobierno de la Junta.

No entendemos a qué está esperando el presidente, Juan Manuel Moreno, para asumir en primera persona la responsabilidad por lo que está pasando en el SAS. Su inacción lo hace responsable último del desastre al que, por desgracia, nos conduce la actual consejera.