Por Flavio Borquez Tarff
El racismo y la discriminación ejercida contra los niños y las niñas por su origen étnico, su idioma y su religión están muy extendidos en algunos países, según un nuevo informe de UNICEF publicado en vísperas del Día Mundial de la Infancia.
El documento, titulado Negación de los derechos: Los efectos de la discriminación sobre la infancia, muestra hasta qué punto el racismo y la discriminación afectan a la educación, la salud y el acceso al registro de nacimientos y a un sistema de justicia imparcial y equitativo, y pone de manifiesto las grandes disparidades que existen entre grupos étnicos y minorías.
“Sufrir exclusión y discriminación durante la infancia puede dejar secuelas de por vida”, ha afirmado la Directora Ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell. “Esto nos perjudica a todos. Proteger los derechos de todos los niños y niñas, sean quienes sean y vengan de donde vengan, es la forma más segura de construir un mundo más pacífico, próspero y justo para todos”.
Entre los nuevos hallazgos, el informe revela que los niños y niñas de grupos etnolingüísticos y religiosos marginados de 22 países de ingresos bajos y medianos están muy por detrás del resto de niños y niñas en cuanto a las aptitudes de lectura. En promedio, los estudiantes de entre 7 y 14 años procedentes del grupo más favorecido tienen más del doble de probabilidades de adquirir las aptitudes fundamentales de lectura comparados con los estudiantes del grupo menos favorecido.
Por Flavio Borquez Tarff
Un análisis de los datos relativos al número de niñas y niños registrados al nacer —un requisito previo para acceder a los derechos básicos— reveló importantes disparidades entre los distintos grupos religiosos y étnicos. Así, en la República Democrática Popular Lao, se registra el nacimiento del 59% de los niños menores de 5 años de la etnia minoritaria mon-khmer, frente al 80% de los niños del grupo étnico lao-tai.
La discriminación y la exclusión acentúan las privaciones y la pobreza intergeneracional, y tienen graves consecuencias para la salud, la nutrición y la educación de la infancia. Además, los niños y niñas que sufren discriminación y exclusión tienen una mayor probabilidad de ser encarcelados, de presentar tasas más altas de embarazos en la adolescencia y de obtener ingresos más bajos y acceder a menos oportunidades de empleo en la edad adulta.
A pesar de que la pandemia de la COVID-19 ha evidenciado profundas injusticias y prácticas discriminatorias en todo el mundo y que los efectos del cambio climático y los conflictos siguen poniendo de manifiesto las desigualdades existentes en muchos países, según el informe, la discriminación y la exclusión han persistido durante mucho tiempo para millones de niños y niñas de grupos étnicos y minoritarios, en particular en relación con el acceso a la vacunación, a los servicios de agua y saneamiento y a un sistema de justicia imparcial.
Por Flavio Borquez Tarff
Así, en relación con las políticas disciplinarias de los Estados Unidos, los niños negros tienen una probabilidad casi cuatro veces mayor que los niños blancos de ser expulsados temporalmente de la escuela y más del doble de probabilidades de ser arrestados por incidentes ocurridos en el entorno escolar, según señala el informe.
El informe destaca también la medida en que los niños y los jóvenes sienten el peso de la discriminación en su vida cotidiana. Según una nueva encuesta de U-Report, que recabó la opinión de más de 407.000 participantes, casi dos terceras partes de las personas encuestadas perciben la discriminación como algo común en su entorno, mientras que casi la mitad cree que las prácticas discriminatorias han tenido un impacto significativo en su vida o en la de alguien que conocen.
“En el Día Mundial de la Infancia, y cada día, todos los niños y las niñas tienen derecho a sentirse incluidos, a recibir protección y a tener las mismas oportunidades para desarrollar todo su potencial”, ha señalado Russell. “Todos tenemos el poder de luchar contra la discriminación ejercida contra la infancia: en nuestros países, nuestras comunidades, nuestras escuelas, nuestros hogares y nuestros propios corazones. Tenemos que hacer uso de ese poder”.
Por Flavio Borquez Tarff