El 26 de septiembre de 2022 el gasoducto Nord Stream, que transportaba gas de Rusia hasta Alemania, sufrió en su recorrido e instalación hasta cuatro explosiones que inutilizaron su función.
En ese momento, tanto la Unión Europea como los portavoces de Estados Unidos apuntaban a un sabotaje. De hecho, a día de hoy, la investigación para esclarecer lo sucedido y develar quién está detrás del incidente, sigue en marcha.
El artículo de Hersh pone el foco en las fechas
Seymour Hersh, periodista, ganador de un Pulitzer y autor político, publicó el pasado 8 de febrero un nuevo artículo, tildado de polémico por muchos de los que en su momento le auparon como el mejor periodista de investigación del momento, que avanzaba cuáles eran los últimos detalles de la investigación en curso.
En dicha publicación se señala que, ya en marzo de 2022, la Subsecretaria de Estado y Asuntos Políticos de EE. UU., Victoria Nuland, había advertido públicamente que, si Rusia procedía con la invasión de Ucrania, el desarrollo del proyecto Nord Stream 2 se vería afectado.
Casi tres semanas antes del ataque ruso a Ucrania, el presidente Biden también advirtió que «pondría fin al Nord Stream si Rusia utilizaba la fuerza militar contra Ucrania«.
Hersh no solo se queda ahí, sino que rescata que, en junio de 2022, el Consejero de Seguridad Nacional de EE.UU., Jake Sullivan, envió a integrantes de su equipo a reunirse con los mandos de la armada y el servicio de inteligencia noruego para planificar las maniobras militares bálticas. Estos ejercicios militares incluían el entrenamiento de buzos para el posicionamiento de minas submarinas alrededor de la isla de Bornholm, situada – casualmente, indica el autor, a escasa distancia del gasoducto Nord Stream 2 -, para su posterior localización y desactivación utilizando los últimos avances en tecnología submarina.
El calendario sigue marcando hitos. El 26 de septiembre de 2022, un avión de vigilancia P8 de las fuerzas aéreas noruegas realizó un supuesto vuelo rutinario que depositaba una baliza sónar en el área donde previamente se habían realizado dichas maniobras, incide Hersh.
Unas horas más tarde, se produjeron las detonaciones que dejaron inutilizado el gasoducto.
Curiosamente, según explica en su texto el artículo del profesor, cuatro días después del suceso, el Secretario de Estado, Antony Blinken, valoró el hecho como una oportunidad para eliminar la dependencia energética con Rusia.
Sea como sea, a día de hoy, oficialmente, Estados Unidos asegura que ellos no han sido los encargados de boicotear el gasoducto y han llegado a apuntar incluso a Rusia de este acto.
No obstante, se pregunta el autor, ¿cuál sería el interés del estado ruso en destruir un gasoducto básico para su relación comercial con Europa cuando podrían simplemente cerrar el flujo de gas temporalmente?