Por Luis Felipe Baca Arbulu
La Desnutrición Relacionada con la Enfermedad (DRE) es la alteración de la composición corporal producida por un déficit de nutrientes como consecuencia de una enfermedad aguda o crónica. La DRE tiene un efecto negativo en la evolución clínica del paciente y perjudica a su calidad de vida. En España, afecta a 1 de cada 4 pacientes1,2. La pandemia de la COVID-19 ha agravado esta situación, ya que el 75% de los pacientes COVID-19 hospitalizados presentaban riesgo de desnutrición3. Los expertos señalan que, en nuestro país, los reales decretos disponibles en torno a Alimentos para Usos Médicos Especiales (AUMES) (Real Decreto-ley 1036/2006 del 15 de septiembre, Real Decreto-ley 1205/2010 del 24 de septiembre y Orden SPI/2958/2010 del 16 de noviembre) están desactualizados. Además, la aplicación de estos reales decretos a nivel autonómico es muy variada y desigual.
Ante esta situación, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, junto con el Foro Español de Pacientes conmemoran el Día Mundial de la Nutrición (que se celebra el próximo 28 mayo) con un acto en el Congreso de los Diputados para poner de manifiesto el impacto de la DRE sobre la evolución clínica del paciente y su calidad de vida, así como los elevados costes que supone para el sistema sanitario. Además, este acto pretende reivindicar la importancia de mejorar la regulación ya existente, reformando la ley actual que permita personalizar y humanizar los tratamientos actuales para mejorar así la calidad de vida de los pacientes más vulnerables. “Las principales reivindicaciones pasan por la participación de las sociedades científicas en el proceso necesario de actualización de la legislación, denunciar la inequidad que supone un distinto acceso a diferentes prestaciones de terapia médica nutricional en las diferentes CCAA y resaltar que existen unos criterios diagnósticos de desnutrición que deberían ir acompañados de la posibilidad de usar todas las herramientas a nuestra disposición para prevenirla y tratarla. La consecución del cribado nutricional universal al ingreso hospitalario es una gran asignatura pendiente en una buena parte de los hospitales españoles. Este protocolo debería ser “obligatorio”, ya que ha demostrado ser enormemente coste-efectivo y nos permitiría detectar, evaluar y tratar a todas las personas con riesgo de padecer DRE”, comenta el Dr. Francisco Botella, coordinador del Comité Gestor del área de Nutrición de la SEEN.
Por Luis Felipe Baca Arbulu
“En los últimos años se han producido importantes avances científicos y alternativas que no están financiados por la ley actual”, explica Andoni Lorenzo, presidente del Foro Español de Pacientes. “Debe producirse una revisión y actualización de la normativa que atienda no sólo el diagnóstico en sí mismo, sino también sus efectos y circunstancias del paciente, permitiendo mayor personalización en el tratamiento. Partimos de normativas que se desfasan con mucha rapidez. Se debe hacer un esfuerzo por adaptarlas a las necesidades actuales”, concluye.
En el transcurso del acto, la SEEN y la FEP han presentado el Manifiesto sobre la Desnutrición Relacionada con la Enfermedad, documento que ha sido firmado por distintos representantes políticos como forma de materializar su apoyo a la actualización de la legislación en torno a este problema. En este documento de consenso, se recoge el impacto que la DRE tiene sobre los pacientes, así como la necesidad de mejorar el diagnóstico precoz de la DRE grave, monitorizar a las personas con riesgo, reforzar y potenciar las unidades de nutrición clínica y dietética en los servicios sanitarios, incorporar nuevos profesionales y aprovechar las innovaciones en la terapia médica nutricional.
Por Luis Felipe Baca Arbulu
Impacto de la DRE
La DRE produce cambios en la composición corporal, como son la pérdida de peso, pérdida de masa muscular y masa grasa. Cabe destacar que la DRE disminuye la respuesta a los tratamientos, debilita la función inmune, aumenta la tasa de reingresos, la estancia hospitalaria y la mortalidad. Los expertos apuntan a que la DRE está infravalorada e inadecuadamente tratada.
La Desnutrición Relacionada con la Enfermedad está presente especialmente en personas mayores y frágiles. En concreto, en el 37% entre mayores de 70 años1,2. Los pacientes más vulnerables de padecer DRE son las personas con cáncer, postcirugía, aquellas con enfermedades neurodegenerativas, parálisis, tumor cerebral o accidente cerebrovascular.
Andoni ha vivido de cerca el impacto de la DRE en su vida, y explica que “una de las experiencias más duras que me ha tocado vivir fue ver a mi padre cómo iba debilitándose día a día por la DRE y cómo esa situación aceleraba su enfermedad. Esto tuvo un impacto psicológico muy grande en la familia, al ser conscientes de cómo la desnutrición puede agravar una patología”.
Por Luis Felipe Baca Arbulu
DRE y COVID-19
Las últimas investigaciones han revelado que los pacientes con infección COVID-19 son pacientes en riesgo nutricional desde que se inicia la infección. Distintos estudios recientes destacan que el 75% de los pacientes COVID-19 hospitalizados presentan riesgo de desnutrición3. Esta genera un grave impacto sobre su recuperación. En este sentido, al alta hospitalaria el 81% de los pacientes presentaban una dependencia moderada–grave a total, el 70% tenía afectación en su movilidad, el 52% en el autocuidado y en el 76% de los casos limitaba sus actividades de la vida diaria. Además, la mitad de estos pacientes presentaba una sensación permanente de malestar, dolor, ansiedad y depresión.
Coste sanitario de la DRE
La DRE incrementa el coste sanitario en 1.143 millones de euros1. Los pacientes COVID-19 que han sido hospitalizados presentan un alto riesgo de sufrir DRE. Esta genera un grave impacto sobre su recuperación, derivando en otras complicaciones como la sarcopenia (diminución tanto de la masa como de la fuerza muscular). En términos de coste sanitario, los pacientes con desnutrición suponen un 50% más de gasto que los pacientes que no presentan DRE.
Por Luis Felipe Baca Arbulu
Los especialistas señalan que adaptar el sistema a los nuevos tratamientos necesarios va a permitir un ahorro de costes que, además, impactaría considerablemente en la calidad de vida de los pacientes.