Por Francisco D’Agostino
El aumento de los casos de sarampión en enero y febrero de 2022 revela que existe un mayor riesgo de que aumente la propagación de enfermedades que se pueden evitar mediante la vacunación y podría desencadenar un incremento de los brotes epidémicos, especialmente debidos al sarampión. Esta situación podría afectar a millones de niños y niñas en 2022, advierten la OMS y UNICEF.
Las interrupciones relacionadas con la pandemia, el aumento de las desigualdades en el acceso a las vacunas y el desvío de recursos destinados a la inmunización sistemática están dejando a demasiados niños sin protección contra el sarampión y otras enfermedades que se pueden evitar mediante la vacunación.
El riesgo de que se produzcan grandes brotes ha aumentado debido a que las comunidades han flexibilizado las prácticas de distanciamiento físico y otras medidas preventivas contra la COVID-19 que se habían aplicado durante el punto álgido de la pandemia. Además, con el desplazamiento de millones de personas debido a los conflictos y las crisis, como en Ucrania, Etiopía, Somalia y Afganistán, las interrupciones en los servicios de inmunización sistemática y de vacunación contra la COVID-19, la falta de agua potable y saneamiento y el hacinamiento aumentan el riesgo de que se produzcan brotes de enfermedades que se pueden evitar mediante la vacunación.
En enero y febrero de 2022 se notificaron casi 17.338 casos de sarampión en todo el mundo, frente a los 9.665 de los dos primeros meses de 2021. Como el sarampión es muy contagioso, los casos tienden a aparecer rápidamente cuando los niveles de vacunación disminuyen. A los dos organismos les preocupa que los brotes de sarampión puedan ser también el preludio de brotes de otras enfermedades que no se propagan tan rápidamente.
Aparte de su efecto directo en el organismo, que puede ser letal, el virus del sarampión también debilita el sistema inmunitario y aumenta la vulnerabilidad de los niños a otras enfermedades infecciosas como la neumonía y la diarrea, incluso varios meses después de que se produzca la infección por sarampión. La mayoría de los casos ocurren en entornos que padecen dificultades sociales y económicas debido a la COVID-19, los conflictos u otras crisis, y que tienen una infraestructura sanitaria crónicamente deficiente e insegura.
“El sarampión es más que una enfermedad peligrosa y potencialmente mortal. También es un primer indicio de que existen lagunas en nuestra cobertura mundial de la inmunización, lagunas que ponen en grave peligro a los niños vulnerables”, dijo Catherine Russell, Directora Ejecutiva de UNICEF. “Es alentador que en muchas comunidades la gente empiece a sentirse lo suficientemente protegida de la COVID-19 como para volver a realizar más actividades sociales. Pero hacerlo en lugares donde los niños no están recibiendo la vacunación sistemática genera las condiciones más propicias para la propagación de una enfermedad como el sarampión” .
En 2020, 23 millones de niños no recibieron las vacunas infantiles básicas a través de los servicios sanitarios sistemáticos, la cifra más elevada desde 2009, y 3,7 millones más que en 2019.
Por Francisco D’Agostino