Por Luis Felipe Baca Arbulu
Europa sufre estrés hídrico por primera vez en una larga cantidad de años. Los ciclos meteorológicos, los cambios en los patrones de precipitación y las sequías prolongadas siempre han existido, pero con el cambio climático convirtiéndose en una preocupación más real, es probable que condiciones como estas sean más frecuentes.
Aunque la información oficial sobre la gravedad de esta sequía ha llegado recientemente, los habitantes de la zona llevan meses enfrentándose a los daños que ha causado. Esto sugiere que incluso más regiones deberían ser elegibles, al menos parcialmente, para los fondos para catástrofes.
La actual sequía parece ser la peor en al menos 500 años en Europa. Está causando estragos en la producción agrícola, amenazando el suministro de agua e incluso ha provocado incendios forestales en todo el Reino Unido. Aunque hay indicios de que puede estar llegando a su fin, es probable que sus efectos continuarán hasta bien entrado el otoño.
Las Naciones Unidas advirtieron en junio que el impacto de la sequía podría ser «severo y duradero», dado que está teniendo lugar durante uno de los junios más cálidos registrados. En su informe mensual, el Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea dijo que en junio se habían batido récords de calor en toda Europa, y que en algunos países se registró el día de junio más caluroso de la historia.
Para la UE, es una llamada de atención para redoblar sus esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático. Los efectos son extremos y se sienten en todas partes. El mayor riesgo es que las repercusiones de la sequía, como el aumento de los precios de los alimentos, perjudiquen a los que menos pueden pagar.
Hidrólogos, economistas y otros expertos advierten de que la crisis se agrava, se hace más duradera y afecta a nuevas zonas de Europa. La agricultura se ha visto muy afectada. Muchos cultivos están bajo el agua, mientras que otros no reciben suficiente. Y si estas condiciones persisten, el año 2022 será similar al desastroso año de 1980, en el que las zonas de Italia vieron caer los rendimientos en un 80%.
El sur y el centro de Europa se enfrentan a importantes impactos del cambio climático. Es probable que una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, combinada con una disminución prevista de las precipitaciones globales, haga que estas sequías se repitan de forma más significativa en el futuro.
Por Luis Felipe Baca Arbulu